martes, 14 de junio de 2011

Indignaos!!!


Éste, es el título de un libro que me llegó con la recomendación de ser fuente de inspiración para los jóvenes del movimiento de acampada del 15M en España.  El autor Stéphane Hessel, un alemán de 93 años que fue miembro del Movimiento de la Resistencia Francesa y único redactor aún vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, nos invita en este escrito a encontrar en la indignación la motivación necesaria para lograr los cambios sociales que deseamos.

El autor, quien es una voz más que autorizada para escribir sobre el tema, relata en un breve documento (que se acerca más a un manifiesto que a un libro), la forma en la que nacieron y se desarrollaron los movimientos sociales de resistencia y liberación en los que participó: la resistencia francesa, la independencia de Argelia, la causa Palestina y la defensa de los derecho humanos en general; todos ellos con una catalizador en común: la indignación.

Mi intención en este post no es reseñar ni contar de que va el libro, la verdad es que su lectura completa es más útil para ustedes que cualquier cosa que pueda decir yo sobre él en este espacio. Pero lo que si quiero hacer, es centrarme en un argumento que el autor utiliza para promover la causa y ampliar aquí el enfoque que nos ofrece.

Hessel, plantea una dificultad para la gestación de movimientos que pretendan cambiar la sociedad actual de forma positiva. Él, afirma que las causas para indignarse ante algo son muy escasas desde el punto de vista del ciudadano de hoy en día, en comparación con los ciudadanos de hace varias décadas.

Viniendo de alguien que sobrevivió a los campos de concentración nazis y que ha luchado  y participado en históricas revueltas y movimientos sociales, es lógico que vea como un problema para los jóvenes en la actualidad, el que no tengan motivos suficientes para indignarse como lo tuvieron los jóvenes de su época que sufrieron guerras, limpiezas étnicas y crisis de tamaño desproporcionado en relación con las que vivimos hoy en día (sin desechar que todos estos problemas aún se presentan en menor escala).

Parte de su esfuerzo va encaminado a tratar de ayudar a la juventud a darse cuenta de que  existen a su alrededor muchos motivos de indignación,  apuntando de forma lógica a combatir la  indiferencia como la peor de las actitudes.

Me gustaría resaltar dos cosas de los argumentos anteriores:

La primera, tiene que ver con los motivos que tenemos para indignarnos.  Estoy de acuerdo en que la juventud de principios del siglo XX vivió momentos más traumáticos que la juventud actual a nivel global, pero creo que en lo que respecta a lo local, la juventud de cada país, región o localidad tiene muy claro los motivos por los cuales se debe indignar.

Otros autores como Neveu ya han hecho hincapié en señalar al descontento como el catalizador de los movimientos de cambio y de esto tenemos muchos ejemplos; desde el descontento que ha llevado a los movimientos de protesta a luchar por  un cambio en los regímenes de sus países como en el Medio Oriente, hasta el descontento de aquellas personas que protestan y luchan contra problemas tan específicos pero tan arraigados como los prejuicios hacia las mujeres  en la denominadas Marchas de las Putas que se han extendido por distintos países desde abril a la fecha.

Éste último, es un claro ejemplo de cómo las mujeres hartas del trato recibido como  objetos sexuales en muchas sociedades o localidades machistas, salieron a la calle indignadas a reclamar su derecho a la libertad de expresarse y vestirse como así lo deseen, sin ser tachadas o catalogadas bajo ningún estereotipo.

Por tanto, considero que la sociedad actual y la juventud en especial tienen y han tenido motivos suficientes para indignarse, pero considero que el problema no es la falta de motivos o tener motivos menos graves que los que tuvo la juventud hace varias décadas. 

Considero que el problema tiene más que ver con una constante disminución en la capacidad  para indignarnos y es éste precisamente, el segundo punto que quiero resaltar. Palabras como abstención, apatía o desafección son algo común entre la sociedad actual sobre todo en asuntos relacionados a la política. Todas ellas tienen un factor en común: la indiferencia. 

Esta indiferencia que empieza en lo individual, se traslada posteriormente a lo colectivo; he insistido en distintas entradas de mi blog, en señalar la forma en que constantemente buscamos culpables para nuestros problemas, sin siquiera considerar por un momento en que parte de todo eso entramos como responsables. Creo que si hemos perdido la capacidad de indignarnos ante problemas actuales como la insultante pobreza de nuestros países, la violación de los derechos humanos, la violencia, la discriminación y muchas otras cosas más, es en parte por la indiferencia que mostramos ante aquellas cosas que  hacemos para boicotearnos en la consecución de nuestras aspiraciones y sueños. Si somos indiferentes ante nosotros ¿qué podemos esperar de nuestra indiferencia ante los problemas de los demás?

¿Cuántas de estas cosas te suenan familiares? dejar las cosas para mañana; dejar que el otro haga lo que te corresponde; no hacer algo que quieres hacer por el miedo a lo que dirán de ti los demás; tomar atajos para hacer las cosas que sabes que te hacen bien (o pero aún no hacerlas); evadirse y huir ante los problemas; criticar, señalar y culpar sin fundamentos; hacer algo sólo por que los demás lo hacen a sabiendas de que causarás un daño;  no responsabilizarte de tu bienestar; entre otros. Pudiera seguir enumerando más conductas nocivas con las cuales nos perjudicamos a nosotros mismos, pero cabría preguntarnos: ¿por qué no indignarnos ante esto? ¿por qué tanta indiferencia ante nuestros actos? ¿o es qué acaso no nos damos cuenta de ello?

Creo que para tener la capacidad de indignación y descontento ante la transgresión de  tus derechos como ciudadano, primero debemos tener el valor de indignarnos con nosotros mismos por todas esas pequeñas actitudes auto nocivas que tenemos.

Es por eso, que quiero invitarlos a Indignarse ante los abusos del gobierno,  las autoridades, las empresas y/o cualquier otra causa que les plazca, pero quiero primero exhortarles a tomar valor e indignarnos con nosotros por ser indiferentes ante el daño que nos hacemos al no darnos permiso para llegar a ser la personas que queremos ser.

Si bien es cierto que, cuando nos indignamos de forma colectiva y participamos en un movimiento es más fácil conseguir lo que demandamos, también es cierto que no hay   manifestación o protesta por más multitudinaria que esta sea, que pueda cambiar aquellas cosas que no te gustan de ti.

En pocas palabras, podrás marchar por que las autoridades respeten tus derechos, pero si no te respetas a ti mismo y no respetas los derechos de los demás, cualquier marcha será en vano. 

Así que andar e Indignaos!!! ante ustedes primero, para después marchar y cambiar lo que no les guste de su sociedad. Espero que encuentren en la indignación la motivación para cambiar aquellas cosas con las que no estén conformes de ustedes y lo que los rodea.

Y recuerden no basta tan sólo con indignarse, hay que participar y hacerse escuchar de forma pacífica y sobre todo inteligente. Indignarse es útil y valioso pero dejar de lado la indiferencia y hacer algo al respecto es respetarte a ti mismo.