miércoles, 27 de julio de 2011

El Camino



Hace algunos días concluí mi primer Camino de Santiago y digo mi primer, porque una vez que lo pruebas la sensación con la que terminas es con el deseo de poder repetirlo algún día, es un recorrido que si bien te sirve como analogía de la vida, también es un espacio para encontrarte principalmente contigo mismo.

Pudiera escribir hojas y hojas acerca de lo que significó para mí esta experiencia, pero como mi intención no es cansarlos, decidí dividir este post en dos partes, la primera que les dejo hoy, es una reflexión acerca de las semejanzas que esta experiencia tiene con nuestra vida diaria y la segunda, que haré en días posteriores, será una guía práctica de recomendaciones para todo aquel que quiera emprender el camino.

En palabras llanas, el camino no es más que un recorrido para trasladarte del punto en donde estás hacia el punto al que quieres llegar. En distintas religiones y filosofías hay referencias al camino, al Tao, a la búsqueda y a una serie de prácticas para conseguir lo que anhelas y todas ellas, tienen que ver con la forma de abordar y caminar tu vida.

Lo primero que llamó mi atención, es cómo la rutinización de nuestras vidas nos ha llevado a pensar en automático en la consecución de la meta. En el mundo laboral y en el transitar diario, es muy común que estemos constantemente pensando en nuestras metas, objetivos, sueños, anhelos, en aquel lugar ideal en donde queremos estar, sin darle importancia ni disfrutar lo que hacemos y vivimos para llegar ahí.

Empiezo por tanto con esta similitud: el camino al igual que la vida no es acerca de a dónde vamos a llegar, sino de en dónde estamos ahora. Por lo general nuestra mente está en el final, en llegar y en lo que vamos a hacer cuando estemos ahí, y cuando se nos presenta una dificultad, en vez de recibirla y tomar decisiones, nos vamos al pasado a ver que hicimos mal y después al futuro a analizar cómo esta dificultad nos afectará para alcanzar nuestro destino como lo habíamos planeado.

No digo que es algo malo aprender de la experiencia del pasado, ni fijarte un destino en el futuro, pero no debemos dejar que todo ello nos ausente del presente, que nos haga evadirnos de lo que estamos viviendo y que nos prive de la felicidad de disfrutar hasta las situaciones más difíciles y, sobretodo, que nos confunda al tomar el destino en nuestras manos y tomar las decisiones hoy, de lo que queremos ser no sólo mañana sino también en este momento.

El camino proveerá: cuando uno se embarca en una aventura de este tipo, por lo general trata de ir lo más preparado posible y olvidamos que en realidad el camino en sí es para prepararte, es por ello que es frecuente, como lo fue en mi caso, que por tratar de responder a cualquier contingencia cargues más de la cuenta en tu recorrido y lo más irónico es que ese sobrepeso suele estar conformado por cosas que en ocasiones son un lujo y las llevaste privilegiándolas sobre otras que son básicas y más necesarias.

Ejemplos hay muchos y sé que a ustedes se les vienen a la cabeza, pero lo importante es considerar que el camino te va a dar cosas y te las va a quitar. Y estamos hablando específicamente de lo referente a  los bienes. En todo recorrido uno se hace de unas cosas y se deshace de otras, es bueno considerar que en el camino como en la vida las decisiones que tomas van moldeando con qué y con quién llegas a tu destino.

No pelees con el camino, fluye con él: investigas todo lo que puedes, te preparas a más no poder, haces tus planes ideales del recorrido, tiempos, paradas y estimaciones de la llegada, es lógico si vas a un viaje quieres más o menos preparar como lo harás y de repente aparecen los factores no contemplados, los retrasos del clima, una señal mal colocada que te hace caminar más kilómetros, o una señora bien intencionada que al creer ayudarte te da información confusa y te pierdes y es ahí en donde empiezas a pelear y lamentarte por tus planes.

Aquí especulamos y nos lamentamos por lo que no será y empieza la hora del hubiera, si hubiera investigado más, si hubiera preguntado más, si hubiera salido más temprano, más tarde, cuando lo que realmente vale en ese momento es tomar decisiones correctas, lo cual va unido al siguiente punto.

Despréndete: el camino sigue ahí y su culminación también, así que despréndete de tu mundo ideal y disfruta el lugar y las condiciones en las que estás, esto te permitirá tomar mejores decisiones, quizá el camino elimine o modifique alguno de tus planes, pero son tus decisiones las que te harán sacar provecho a esas pequeñas eventualidades y compensarlas, quizás recorras kilómetros de más, pero el paisaje sea más bello y lo que vivas en él sea una experiencia que haga que tu recorrido ni se sienta, pero es tu decisión disfrutarlo en vez de lamentarte.

Acepta: la aceptación no es lo mismo que culpar, tenemos esa manía constante de auto perseguirnos que hace que en automático nos culpemos o culpemos a alguien de lo que nos está pasando, sí, es cierto; la chica de la información que estaba atendiendo a 30 peregrinos más se hizo bolas y se equivocó, pero ahorra tu energía para tomar una decisión sabia y no la desperdicies culpando y resintiéndote con la chica que estaba igual o más enredada que tú, recuerda que "tu energía se va hacia donde tu atención se desvía".

Auque vuelvas a recorrer el mismo camino, vivirás cosas distintas: éste fue mi primer camino y aunque no tengo punto de comparación para afirmarlo, decidí comentarlo por los aprendizajes de los peregrinos con los que platiqué y que ya habían hecho varias veces el camino. Ellos me comentaron algo que tiene mucho sentido: cuando repites algo que has hecho antes, las cosas cambian porque de entrada tú no eres el mismo, tienes más años, experiencia y práctica, entre otras cosas. Y sobre todo, tienes una percepción distinta a la última vez que estuviste ahí, o incluso, puede darse el caso de que pretendas llegar al mismo destino pero por causas muy diferentes, y este cambio en tu forma de vivirlo es en parte consecuencia de un cambio en ti mismo, que en ocasiones se da sin que te des cuenta dentro del trayecto que estás haciendo.

Y por último, ten una fe responsable: ya sé, suena contradictorio, pero si lo vemos a fondo tiene sentido, el camino es tu camino, es algo que tú elegiste hacer y si te fijaste metas y kilómetros por andar es porque nadie te conoce  a ti mismo mejor que tú, así que si tomaste esas decisiones, cuando estés en problemas, no esperes que baje el dios en el que depositaste tu fe, te cargue, te lleve en brazos y te deposite en el albergue más cercano. Si tomaste esas decisiones es porque sabes que tú puedes y es porque tuviste fe en ti mismo, así que responsabilízate de esa decisión, levántate, anda y sobre la marcha verás que la ayuda llegará.

Estoy consciente de que estos puntos tienen que ver con mi experiencia personal en el camino, por lo que no pretendo generalizarlos como verdades absolutas, son vivencias y experiencias propias, pero muchas de ellas tienen mucho en común con las vivencias de los peregrinos con los que platiqué. Y créanme cualquier similitud con situaciones de la vida diaria por supuesto que no es coincidencia, cada uno tenemos una estructura muy particular de interpretación y la forma en la que abordamos un problema es la misma ya sea en una relación o en un viaje, así que no esperes resultados distintos si siempre haces lo mismo.

Afortunadamente para ti, no hay ninguna otra forma de comprobarlo más que iniciar tu propio camino, así que te invito a que te decidas, te levantes e inicies el camino que quieras, el de Santiago, el de aquel trabajo que siempre has anhelado, el de aquello que quieres aprender, el de aquella chica que deseas conocer o aquella locura de tu infancia que siempre has querido hacer. Espero que mis palabras sirvan de algo en tu recorrido y sólo me queda desearte...

Buen camino peregrino!!!